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Un águila, abrumada con una pena, se sentó sobre las
ramas de un árbol en compañía de un Milano.
--¿Por qué-- dijo que el Milano,-- tienes una mirada
tan pesarosa?--
--Busco-- contestó ella,-- un compañero conveniente
para mí, y no he sido capaz de encontrarlo.--
--Acéptame-- respondió el Milano,-- soy mucho más
fuerte que tú.--
--¿Y cómo eres capaz de asegurar los medios de vida
por medio de los raptos?--
--Bien, yo a menudo he capturado y llevado a un
avestruz en mis garras.--
El águila, persuadida por estas palabras, lo aceptó
como su compañero.
Poco después de las nupcias, el águila dijo:
--Vuela y tráeme el avestruz que me prometiste.--
El milano, elevándose a lo alto en el aire, regresó
con el ratón más lamentable posible, apestando por el tiempo que había estado
sobre los campos.
--¿Es esta-- dijo el Águila,-- la realización fiel de
tu promesa a mí?--
El milano contestó:
--Por alcanzar tu mano real, no hay nada que yo no
hubiera prometido, por más que yo supiera que podría fallar en la
realización.--
Para quien está decidido a alcanzar un objetivo
deshonestamente, no le importa hacer promesas falsas.
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